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allí en un par de horas se uniría a ellos. A las cinco y media, o quizá un poco más tarde.
Las almejas estaban perfectas, anunció Charlie con satisfacción tras vaciar la segunda
fuente. Y lo mismo la mesa, con una buena vista del océano, y lo que era más importante,
buena luz. Una mujer agradable, de mediana edad, les había servido, regresando ahora
con el café y el menú de los postres, que era el mismo que les había entregado antes de
empezar a comer. Charlie preguntó si le importaría a alguien que utilizaran la mesa
durante un rato, ella pareció sorprenderse por la pregunta y dijo que no. Por tanto
contaban con una mesa bien iluminada y con café, y él empezó a extender de nuevo los
papeles. Constance leyó los que Charlie ya había terminado, la estructura de la empresa,
los informes del forense sobre Gary y Rich, predicciones financieras... deseó tener el
inventario que había hecho Bruce, y en ese momento lanzó una maldición.
Estoy de acuerdo añadió Charlie ¿pero por qué?
Bruce ha cubierto todos los objetos que se perdieron de su habitación, ¿no es así?
La ballena azul que dice que ha desaparecido.
Así me temo. Pero ese inventario no sirve para nada. Supongamos que se ha
perdido un león marino de hierro forjado. Nuestro hombre diría que no sabe de qué
estamos hablando, que no lo había visto nunca. ¿Quién podría probar lo contrario?
¿Pero por qué tomarse el trabajo de cambiar cosas como esa? ¿Por qué no pensar
simplemente que el objeto sea de la habitación de Milton? se detuvo un momento antes
de proseguir . Ah, ya veo. Tienes razón. Tuvo que ser el cenicero. Sabemos que Milton
lo utilizaba. Se habría perdido aunque no faltara ningún otro objeto.
Charlie sonrió ante la actitud molesta de Constance. La comida había hecho maravillas
en su disposición, y sabía que el alejarse de Casa Inteligente también le había ayudado.
Contempló una vez más la tabla de tiempos que habían hecho de la noche del juego, la
noche de las dos primeras muertes.
Constance miró el agua centelleante que subía y caía, subía y caía permanentemente.
El problema, pensaba, era que cualquiera podía haber matado a Milton y arreglar las
cosas después, pero nadie podía haber matado a Gary y Rich. Asintió para sí misma. Ese
era el problema. ¿Por qué Rich Schoen no había luchado para salvarse? ¿Por qué Gary
había dejado que alguien le metiera en el jacuzzi sin llevarse con él al menos a la otra
persona? Quizá el escenario de Dwight fuera el único posible, aquel en el que dos
personas trabajaban conjuntamente. O quizá ambos hubieran sido trasladados. Así había
pasado con Milton, por lo que lo mismo podía haber sucedido con los otros. Los policías
debieron cometer algún error, su trabajo no había sido eficaz. Se quedó mirando el
océano Pacífico con el ceño fruncido. Por muy inepto que se sea, nadie confunde una
muerte por asfixia con otra cosa. Murmuró otra maldición, esta vez con voz muy baja y
Charlie le cogió una mano entre las suyas.
Vamos a dar un paseo por la playa dijo Charlie . Regresaremos en veinte o
treinta minutos para recibir a Dwight.
Su voz era muy baja, muy, muy baja; parecía fatigado.
¡Charlie! ¡Ya lo sabes!
Todavía no, todavía no. Quiero pensar en ello. Vamos a pasear.
Ella sabía que él no miraría nada en la playa mientras caminaran juntos sin hablar. En
esa fase, Charlie podía caminar infatigablemente, o hacer solitarios interminables, o
conducir cientos de kilómetros. Lo que no podía hacer era quedarse sentado, sin hacer
nada. Era como si tuviera que dar a su cuerpo una tarea para liberarse de él y que su
cerebro no pudiera interferir en sus pensamientos. Esa parte de su cerebro necesitaba
ocuparse en algo para no interferir.
Unos niños estaban jugando en la arena, corriendo por todas partes con cubos de
agua, construyendo castillos y fuertes. En el agua había algunos adolescentes
chapoteando felizmente, pero no había nadie nadando. Las olas, aunque la marea estaba
bajando, eran demasiado fuertes, el agua demasiado fría, aunque fuera agosto. El aire
olía a ozono fresco, era un aire bueno y limpio, agradablemente fresco, aunque el sol
estuviera caliente. Pensó que había demasiados contrastes y contradicciones. Otros
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