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Las cosas estaban poniéndose definitivamente feas pero, ¿amotinarse? ¿En la Merced?
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Hacia semanas que Bill soñaba con el agua mientras dormía, nadaba extáticamente en
frescos lagos, se hallaba agradablemente acariciado por suaves lluvias que le recorrían el
cuerpo, y bebía, satisfecho, toda clase de bebidas refrescantes. Mientras estaba despierto, las
cosas eran muy diferentes. Estaba seco, agotado por la falta de agua, y continua y
crónicamente sediento. El capitán Plaga les había destinado una taza muy pequeña, y el
brazo del robot parecía estar más arriba y hacerse más largo a cada uno de aquellos secos y
áridos días.
También estaba preocupado por su pie. No estaba creciendo bien en absoluto. De hecho,
estaba creciendo muy mal. Había dejado de crecer, y se había estabilizado en forma de un
tocón enorme y gris con grandes uñas chatas. Tenía el aspecto y tacto exactos de un pie de
elefante, y era igual de pesado.
Recordó la fascinación que el doctor Tajoabierto sentía hacía los paquidermos, y se
estremeció. No podía ser que hubiese llegado tan lejos. Caine, que era un androide de
recursos y la cosa más parecida a un médico que había a bordo, con todos sus
conocimientos de biología, no había servido de ayuda alguna porque el pie de Bill no estaba
hecho de materia vegetal y le resultaba, por tanto, de escaso interés.
Sin embargo, en el momento en que Bill abría la puerta del despacho del capitán Plaga, el
píe era la última de sus preocupaciones. Estaba preocupado. ¿Por qué el capitán había dado
aquel paso tan poco habitual, y le había convocado en sus aposentos? La atención de los
oficiales siempre conlleva malas noticias para los soldados. Plaga solía transmitir sus órdenes a
través de Christianson. No podía ser otra vez por los pulgones; la tripulación estaba tan
hambrienta que los pobres bichos no tenían ni una sola oportunidad de vida.
 Descanse, soldado  dijo el capitán desde un asiento que resultaba casi invisible,
escondido detrás de los michelines del ocupante. Como era de esperar, Christianson estaba
de pie a su lado, sorbiendo agua helada de un vaso.
 Tenemos un problema serio  dijo Plaga, con aspecto feroz . Ha ocurrido una
catástrofe de graves proporciones.
La mente de Bill funcionaba a toda velocidad. ¿Se habría acabado el agua? ¿Habría
estallado una peste entre los macizos de quingombó? ¿Una epidemia endémica de
gonorrea espacial? ¿Se habrían quedado sin combustible? ¿Se habrían perdido en el
espacio? ¿Extraviado para siempre?
 Un giro crítico de los acontecimientos  asintió Christianson, sombríamente .
Tremendamente grave.
 ¿Vamos a morir?  gimió Bill. Quizá estaban siendo absorbidos por un agujero
negro.
 Los buñuelos  dijo Plaga, con los músculos de las mandíbulas tensos, las manos
aferradas a los brazos de su asiento, y toda su grasa temblando de ira apenas contenida .
¡Mis buñuelos!
 ¡Buñuelos!  gorgoteó Bill.
 Desaparecidos  observó Christianson, mientras hacía tintinear perversamente los
cubitos de hielo de su vaso . Hasta el último.
 ¿Es esa su catástrofe?  gritó Bill, aliviado de que no tuvieran ningún agujero negro
en el futuro próximo.
 Le aseguro que es de lo más serio  murmuró Plaga, sombrío . Alguien rompió el
código que cerraba la cámara acorazada en la que estaban almacenados.
Bill tragó con dificultad. Debía de haber sido Larry. O Moe. O Curly.
 Luego, el criminal dejó bien limpia la banda magnética protectora  dijo Christianson
. Quienquiera que lo haya hecho, sabía lo que se traía entre manos.
Tootsie. Tenía que haber sido Tootsie.
 Luego, el ladrón cortó el cable de la alarma principal  explicó Plaga . Es un cable
muy grueso forrado de acero. Tienen que haber sido necesarios un hacha y un montón
de músculos para atravesarlo.
¡Magullador! ¡Oh, no, Magullador, no!
 Seguidamente, el vil perpetrador del acto criminal voló la puerta de la cámara
acorazada  gritó Plaga, sacudiendo violentamente su puño en el aire . Una bomba tosca
pero eficaz. Probablemente casera.
¡Uhuru!
 Todas las bolsas selladas fueron abiertas de un tajo  dijo Christianson .
Quienquiera que lo hiciese, tiene que haber tenido una navaja de afeitar o un cuchillo
muy afilado.
¡Rambette!
 Desaparecidos  bramó Plaga . ¡Todos desaparecidos hasta la última brizna de
azúcar en polvo! La cámara acorazada parece haber sido limpiada con la lengua.
¡Barfer! ¿También el perro estaba metido en aquello?
 ¿Qué piensa, soldado?  preguntó Plaga , ¿Se ha formado alguna sospecha en su
mente?
 No  mintió Bill, instantáneamente . Pero sí quiere mi opinión, tiene el aspecto de [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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